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Como cuarto y último material de estudio, se nos asignó la cerámica, un material compuesto principalmente por arcilla y agua que forma una pasta y al pasar por un proceso de cocción adquiere dureza e impermeabilidad. Esta capacidad de cambiar desde un estado plástico a un estado consolidado le da el potencial de ser moldeada, generando piezas con distintas geometrías y tamaños a partir de las cuales se pueden diseñar sistemas estandarizados para crear envolventes, también llamadas fachadas. Adicionalmente, este material tiene una alta inercia térmica, propiedad que le atribuye un buen comportamiento térmico al momento de diseñar espacios con óptimas condiciones de habitabilidad. Por otra parte, la cerámica, es un material que tiene falencias en su rigidez. De hecho, se caracteriza por ser un material frágil, donde encontramos familias como la porcelana, el vidrio, loza etc. por lo tanto, la unión de estas piezas debe ser por medio de negativos, previamente fabricados, mediante clips o agarres, o también por medio de cintas adhesivas. Pero, en definitiva, una unión que no perfore in situ la cerámica, pues esto podría ocasionar la ruptura total o fisuras del material.