MONTIEL + ERIK

​

El pabellón se inserta en el jardín botánico en un camellón triangular que surge de la intersección de 3 senderos, donde se ubica un Sangregado, el cual se observa como remate visual desde cualquier camino.  

Con base a ello encontramos la oportunidad de generar un pabellón que rodee dicho árbol por medio de un muro curvo, cuyos extremos van de manera ascendente y mediante vanos verticales permite una sutil entrada de la luz al interior.  

Para generar un ambiente más íntimo, el pabellón se hunde 80 cm bajo el nivel del piso, y se puede acceder por 2 rampas circulares en el exterior del muro. 

En su interior, el árbol se haya delimitado por una jardinera circular dónde uno se puede sentar y disfrutar de la sombra del árbol. Así mismo un espejo de agua delimita el interior entre el muro y el sendero radial que rodea el árbol, para poder reflejar las hojas del árbol, junto con las semillas que este desprende. 

En el pabellón se experimentó con la textura rugosa del concreto al exterior y el color rojizo que alude al concepto de la resina roja que brinda el nombre al Sangregado.